No son las habilidades la que demuestran lo que somos, son nuestras decisiones.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Who I Am

Salgo a la calle, hoy no es mi día. Está lloviendo, esa típica lluvia otoñal que parece entender cómo me siento, me escucha gritar mientras me acaricia intentando consolar a mis lágrimas, aquellas que llevan mi sufrimiento en concentraciones altísimas… tal vez así consiga que su efecto sea menor en mi agonía. Recorren mi cara  y después mi cuerpo entero, abrazándome, haciéndome sentir que no estoy sola, aunque en realidad nadie me escuche y me comprenda como ella.

Antes mi madre era mi fiel amiga, que con solo verme la cara, sabía que necesitaba un abrazo y unas horas de su tiempo para desahogarme… trágicamente, ha perdido esa facultad y cada vez, siento más que ya… ha llegado ese momento en el que ella no quiere saber lo que hago y dejo de hacer, porque como madre no lo soporta tal vez… pero aún así acurrucarme junto a ella y llorar me reconforta… no del todo, pero ayuda.
Hablo con mis amigas, sobre cómo me siento, sobre la bipolaridad de mis sentimientos adolescentes, pero ellas como tampoco se diferencian mucho en edad a mí, están pasando por lo mismo, y no pueden aconsejarme ni hacer que me sienta mejor, porque no saben ni cómo hacerlo con ellas mismas. Todas esperamos que cumpliendo años veamos las cosas de otra manera, pero como hacerlo cuando estamos enfermas, enfermas de amor, enfermas de esa etapa llamada juventud.

Cómo me puedo sentir en el cielo, y a la vez en la miseria, como puedo tener fe en mí, y al día siguiente pensar que el mundo puede conmigo. Intentar ser amable con todos, pero cuando tienes ese mal día no tienes ganas ni de sonreír. Días en los que no te entiendes ni a ti mismo, en los que crees no conocerte.  Pensar que no encajas en ninguna parte, hasta que llegan esos ansiados viernes que te hacen olvidar todo, en los que tu única prioridad es disfrutar con aquellas personas que se sienten como tú y comparten tus ansias de romper con todo eso, tus amigos que te acompañan a través de este duro camino llamado vida.

Coger energías para seguir enfrentándote a la semana, porque a veces hasta me resulta imposible centrarme, pero esas ganas de cumplir con uno de mis sueños, entrar en medicina, es lo único que hace que me siente delante de esa mesa todas las tardes, el pensar que cuando entre, me sentiré otra, por fin habré pasado el primer umbral para ser quien quiero ser, aquella persona que ayuda a que por lo menos los demás no tengan problemas de salud, bastante dura ya es la vida, para que tu cuerpo te la juegue también, ayudar a la gente si.. esa es mi ilusión, y lo conseguiré cueste lo que cueste.

Reflexionando miras atrás con la esperanza de encontrar ese momento en el que todo empezó, aunque desgraciadamente no existe tal recuerdo, o tal vez, se haya escondido entre tantos otros. Pero…  de repente topas con esa temporada en la que precisamente nada de esto te pasaba, en la que tu mayor preocupación era el examen que te habían puesto en el instituto, en la que estudiabas todas las tardes para tener libre la noche y poder coger el internet sin agobios y solo disfrutar con su conversación, y por muchas cosas que durante el día  me pasase, sinceramente no le daba importancia, porque no quería chafarme mi felicidad, nuestra felicidad… nada se merecía eso, no iba a permitirlo.

Sé que llegarán tiempos mejores como esos, o al menos eso espero…  porque todo consiste en querer para poder conseguir algo, quiero que todo mejore, no odiar tener que ir al instituto,  porque no quiero ir, no me encuentro a gusto entre mis compañeros de clase. Puede que sea culpa mía en parte, pero es que no sé como remediarlo… sinceramente…  no lo sé… lo peor es que ya no sé con quién desahogarme, bastantes problemas tienen los demás como para escucharme a mí y mis cosas, nadie quiere que le cuenten penas cuando ellos… incluso puede que estén peor que yo…

Por eso los días de lluvia me lanzo a la calle, para poder gritar todo lo que siento y que ese no se qué que oprime mi pecho desaparezca. Porque en días  como aquellos me propongo empezar de cero, ponerle remedio  a mi actitud, porque sé que la vida es mejor de cómo la planteo, seguro, pero que le vamos a hacer, estoy infectada por aquella enfermedad llamada juventud, aún no se ha descubierto la cura, y sufro los síntomas mientras tanto, el mal de amor, incomprensión, sentimientos que creo que no tienen ni un nombre…

Por eso mis únicos analgésicos son la música que narra mi historia, la escritura que plasma lo que siento, y sobre todo aquello que consuela a mi pobre corazón adolescente, que recorre mis entrañas, anima a mi fuero interno a comerme el mundo, estimula mi hambre de victoria y consigue que siga a delante, alienta a mi autoestima y le recuerda que puedo con todo lo que se ponga en mi camino, que puedo ignorar las vanas palabras dichas inconscientemente, que puedo superarlo todo, que puedo cumplir mis sueños y que sobre todo puedo ser feliz, …ella …mi amiga la lluvia.

 Y cuando llega después de una buena dosis de melodía, unos párrafos buenos y realistas…  de verdad vuelvo a recuperar esa sonrisa, vuelvo a ser yo,  aquella chica que se preocupa de vivir, que disfruta haciendo fotos y viajando, que le grita al mundo que es pequeño para ella, que se siente en la cima, que tendrá sus defectos, pero quién no… la imperfección es de lo más entretenida; me pasaré la vida intentando mejorar junto a los que me quieren, amando como nunca, disfrutando de los pequeños detalles que me brinda la vida, soñando y cumpliendo metas, conversando y compartiendo experiencias. Riéndome del pasado cuando dentro de unas décadas recuerde mi adolescencia, recordando cómo lo conseguí, cómo logré aprender de mis errores y hacer las cosas siguiendo el camino correcto y menos doloroso. Sí… seré feliz… y qué demonios sé que no será todo perfecto, y que como toda persona  tendré mis momentos malos, pero siempre me quedará mi música, mis escritos y mi amiga la lluvia… y solo quizás aquel afortunado que decida acompañarme en esta aventura llamada vida.

3 comentarios:

  1. WOW! menuda entrada más buena!
    Decirte que a parte de que escribes muy bien pues eso, que has quedado como una de las ganadoras del concurso "Roja como la sangre, letal como el viento"
    PAsate por el blog a verlo tu misma:)

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  2. yo también me siento así muchas veces:
    "Cómo me puedo sentir en el cielo, y a la vez en la miseria, como puedo tener fe en mí, y al día siguiente pensar que el mundo puede conmigo. Intentar ser amable con todos, pero cuando tienes ese mal día no tienes ganas ni de sonreír. Días en los que no te entiendes ni a ti mismo, en los que crees no conocerte. "
    Y a veces ni lo puedo expresar, y me lo quedo para mí...:S
    me ha gustado, volveré por aquí:)

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  3. Gracias, me alegro que os haya gustado tanto, =) y gracias Athenea por escoger mi texto entre los ganadores de tu concurso =)

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